Fecha: 2022-04-26 04:00:01


Aracely Quispe Neira: desde un pueblito sin electricidad de Perú a liderar la puesta en órbita del Telescopio James Webb


Profesora e investigadora (que posee siete grados académicos), comparte desde Washington una historia de logros impensados que ella espera inspirará a las y los jóvenes.

Hay ocasiones en que el azar parece una pieza ineludible en el intrincado rompecabezas que guiará los senderos de una vida. Cuando tenía alrededor de seis años, Aracely Quispe Neira, que había nacido en 1982 en un pueblito rural de Perú carente de tendido eléctrico, y que a esa edad ya había sufrido el abandono de su padre, vio una retransmisión televisiva del “pequeño paso para el hombre, pero gran salto para la humanidad” que dio Neil Armstrong, el primer ser humano que descendió en la Luna. “A esa edad no entendía lo que era la NASA, pero comprendí que el ser humano había logrado una hazaña”, recuerda hoy desde su oficina en el Space Telescope Sciences Institute, encargado de la operación del telescopio espacial más grande y complejo jamás concebido y desarrollado, el James Webb (JWST, según sus siglas en inglés) , lanzado el último 25 de diciembre y que ya se prepara para enviar las primeras imágenes. Esa transmisión la impactó a tal punto que decidió lo que llegaría a ser en su vida. A pesar de un contexto desfavorable y de haber tenido que enfrentar múltiples dificultades, hoy posee siete grados académicos, es ingeniera “Senior” en Vuelos y Operaciones al Espacio de la NASA y en esa función ya lideró tres misiones; entre ellas, estuvo al frente del equipo de ingenieros en Sistemas Terrestres y Comandos durante esta última odisea.

“Como en Perú no existían las disciplinas que quería estudiar, empecé con ingeniería de sistemas y, ya en los Estados Unidos, acabo de terminar mi doctorado en Ciencias -comenta-. Sigo interesada en realizar investigación científica, pero también en pasarles mi experiencia y motivación a los jóvenes. Creo que la educación es la mejor arma para desarrollarse y salir de la marginación, de la pobreza y otras limitaciones que hoy existen en América latina. Para descubrir lo que hay en el mundo y también para contribuir con la sociedad”.

-Doctora Quispe Neira (en Twitter: aracelyquispen), en este momento, usted forma parte de lo que puede considerarse la misión más ambiciosa de la NASA, la puesta en órbita del James Webb Telescope (JWT). ¿En qué etapa siguen las maniobras para poner en marcha el observatorio que nos permitirá ver el amanecer del universo y también observará la atmósfera de exoplanetas en busca de la huella química de la vida?

-Como se imaginará, desde que lo lanzamos estamos trabajando sin parar. Tenemos horarios muy estrictos para lograr que los instrumentos funcionen a pleno, porque ya el despliegue y posicionamiento en la órbita, en una zona tan fría que permite estudiar los objetos más distantes del universo, se dieron exitosamente. Diría que estamos en la fase final.

-¿Cuándo esperan registrar las primeras imágenes?

-La NASA todavía no tiene una fecha, pero lo que sí sé es que estamos ya en los últimos meses de ajustes. Son jornadas muy largas, pero felices. Y, para mí, ser parte de este proyecto es un gran orgullo, un gran honor como latinoamericana y como mujer. Cuando me incorporé, en 2016, el desarrollo desde que se empezaron a trazar las primeras ideas, ya llevaba un poquito más que mi edad.

-En el JWST participan alrededor de 3000 científicos, ingenieros y técnicos. ¿Cómo es el equipo que usted lidera?

-Tengo a cargo el cuerpo de ingenieros de comandos y terrestres. Es decir, que soy una especie de puente que comunica todas las gerencias antes de que los comandos sean enviados directamente al satélite.

-El Hubble también nos permitió ver estrellas y galaxias distantes. ¿Cuánto más hacia el comienzo del universo podrá divisar el JWT?

-Es el sucesor del Hubble y, como tal, podrá abordar estudios que aquel no pudo hacer porque no estaban incluidos entre sus metas. Con el JWT sí se pudo desarrollar la tecnología indispensable. Por ejemplo, el hecho de que esté ubicado en el segundo punto de Lagrange  [a 1.609.000 km de la superficie terrestre; tiene la particularidad de que todas las fuentes de calor (el Sol, la Tierra y la Luna) están en la misma dirección] le permite mantener un equilibrio gravitatorio para que siempre esté apuntando a la Tierra y rotando alrededor del Sol en una zona tan fría (de menos 232 grados Celsius) que puede captar la radiación infrarroja de los objetos más distantes, muy cercanos al origen del cosmos. Cabe recalcar que Hubble es un súper telescopio; sin embargo, el JWT  ya fue diseñado con más alcance, es un instrumento que permitirá transformar la comprensión que tenemos de exoplanetas, estrellas, galaxias. Reunió mucho talento, fruto de una colaboración en la que intervinieron tres agencias espaciales: la canadiense, la europea y la norteamericana. Es único.

-¿Como todos los grandes proyectos, es de esperar que sus observaciones ayuden a develar enigmas, pero también que planteen nuevas preguntas?

-La pregunta que siempre llevó a proponerse proyectos de esta envergadura es, en esencia, qué posición tenemos en el universo. ¿Es lo que ya está escrito o hay más? Pero lo más importante, en mi opinión, como participante de esta hazaña histórica y como ingeniera, científica, estudiante, profesora e investigadora, es la motivación de tantos jóvenes y estudiantes. Aparte de hablarle como profesional, lo hago como una joven que soñó con aferrarse a la educación para demostrarles a la mujeres que no hace falta nacer en cuna de oro o ir a las mejores universidades del mundo... Porque yo crecí en un pueblito del campo donde no había ni siquiera sistema eléctrico y faltaban muchas cosas. Estudié en una escuela rural, en colegios públicos. Ese es el mensaje que me gusta llevarle a la gente joven: que uno tiene que soñar en grande y trabajar para eso. Agradezco haber podido llegar hasta este punto y me siento orgullosa de lo que logré. Hay veces en que te dicen "lograste el trabajo de tus sueños", pero para mí lo más importante es poder contribuir en algo que beneficie a la humanidad, que no solo ayude a construir conocimiento, a entender, sino también a promover la exploración. Sobre todo, que abra el camino a nuevas generaciones, y también permita que la tecnología evolucione y que los nuevos desarrollos (que se usaron en el JWST o, en el “orbitador de reconocimiento lunar” [Lunar Reconossaince Orbiter, una sonda espacial norteamericana lanzada en junio de 2009 para, entre otras cosas, rastrear con siete instrumentos zonas de posible alunizaje de naves tripuladas], que fue otro de mis proyectos) mejoren la vida de la sociedad.

-Menciona un aspecto que va más allá del trabajo científico¿Proviniendo de un contexto desfavorable, cómo surgió en usted el interés por éstas áreas de la ciencia?

-Pues, cuando era niña, tendría unos seis años, vi una retransmisión de Neil Armstrong pisando la Luna por primera vez. En ese momento, comprendí que la humanidad había realizado una hazaña, algo muy importante. Entonces pensé: "Si él es un ser humano como yo, cualquier persona puede lograr algo así, ¿por qué yo no?” Me motivó mucho, era soñar en grande. Tal vez, escuchar algo así de una niña de seis años y sobre todo en la situación en que yo estaba sonaba fantasioso... Mi padre a esa edad nos abandonó y no había mucho con qué decir que una se iba a comer el mundo. No tenía todo al alcance, como ocurre con otros jóvenes, pero sí tenía esa ilusión, ese entusiasmo. Siempre fui muy proactiva, me gustó mucho estudiar, fui muy participativa… Como cualquier estudiante, había materias en las que no era la mejor, pero como siempre digo: nadie nace sabiendo. 

-¿Cuáles diría que fueron las claves para alcanzar sus metas?

-Tenemos un proceso, que es el aprendizaje, en el que necesitamos ser guiados. Hay que buscar los mejores mentores. Sobre todo en el área científica, las mujeres muchas veces no queremos ingresar porque tenemos ese estereotipo negativo, pensamos que es muy sacrificado y no es así. Podría decir que el primer paso de Armstrong en la Luna fue el que inspiró mi interés. Luego, en Perú, yo quería hacer una carrera científica, pero me di cuenta de que no la teníamos. Me refiero a ingeniería astronáutica o aeroespacial o astronomía o física. Soy una mujer que ama la tecnología, el descubrimiento, la exploración y decidí que primero empezaría con computación informática. Luego, después de tres años de estar en la escuela técnica, decidí ir a la universidad para cursar ingeniería en sistemas. A la par, hice deporte. Soy cinturón negro de Karate Shotokan. Eso me permitió realizar viajes a edad muy temprana, competir en diferentes países y uno de ellos fue Estados Unidos, que es donde concluí obteniendo la residencia por habilidades extraordinarias, porque ya me había graduado con honores. Mi tesis fue sobre cómo incrementar niveles de competitividad en deportistas. Me dirán: "Pero tú eras muy tecnológica e ingeniera, ¿por qué no escribiste sobre algo diferente?” Sin embargo, quise contribuir con los jóvenes. Y fue importante, porque cuando solicité la residencia lo tomaron en cuenta. Tuve una razón para esa decisión, que fue hacer mi aporte a la sociedad, así como antes de involucrarme en misiones espaciales también realicé estudios sobre el derretimiento de los glaciares usando recursos satelitales para de alguna manera crear una concientización sobre el calentamiento global. Siempre supe que mi siguiente paso sería en Europa o los Estados Unidos. Dado que en Perú no existía la especialidad que me interesaba, no me quedé con los brazos cruzados. Tenía que empezar por algo, y aprovechar el tiempo y la edad, que es muy importante también.

-¿Qué les diría a las jóvenes latinoamericanas que tal vez tengan las mismas ilusiones y no encuentren el camino para hacerlas realidad?  

-Todavía no se llegó a la igualdad de oportunidades; es un problema que arrastramos por nuestra cultura. Estos estereotipos negativos de que la mujer no puede liderar carreras científicas es un problema que viene de hace generaciones. A mí me han dicho: “Lo tuyo fue suerte". Ahí es donde yo comparto el camino que me tocó recorrer, lleno de obstáculos, desde Perú hasta acá. Sin embargo, cuando una persona es perseverante, no importa qué desafío le toque enfrentar. Y también es importante decir que, si bien es cierto que todavía la brecha no fue superada en un ciento por ciento, hay avances. Las mujeres están involucrándose cada vez más en carreras científicas, están liderando más proyectos de importancia en la industria, en la tecnología y en la exploración. Una de mis metas y por la cual abrí la organización que lleva mi nombre [AQN, www.aracelyquispeneira.com] es ayudar a disminuir la brecha y contribuir a que las mujeres sigan empoderándose.

-¿No piensa que a veces se hace imposible por la falta de oportunidades?

-Como profesional y como mujer, me llena de orgullo decirles que mis inicios no fueron nada fáciles, pero quiero que sepan que no hay nada imposible, que cuando uno sueña en grande, hay que tener ese optimismo y sobre todo poner mucho trabajo arduo. Sé que es difícil, sobre todo en un país como el nuestro y que con frecuencia se carece de oportunidades. Muchas veces hablamos de innovar, pero no se invierte. Aún así, creo que hay oportunidades para seguir avanzando y una de ellas es con el talento propio. Cuando uno le da mucha dedicación a lo que ama, se presenta en concursos, postula a pasantías... Eso me pasaba a mí: me presenté muchas veces a diferentes programas que no obtuve. Pero cuando uno que otro resultaba, entonces era más que feliz, porque me permitía avanzar un pasito. Queremos lograr todo de una vez y si no lo hacemos, pensamos que [lo que queremos conseguir] no es para uno. O confiamos en el  “factor suerte”. Yo creo más bien en el “factor determinación”, perseverancia y mucha tenacidad, porque el desafío no es fácil. Y el reto es doble cuando hay que competir con profesionales que hablan otro idioma. Pero ahí es donde se ve de qué está hecho uno. No me rindo fácil, voy por mis sueños. Podemos hablar mucho de ciencia y tecnología, pero hay algo más trascendente, que es ayudarlos a dejar de lado limitaciones. No hay límites, nosotros nos imponemos los límites. Quizás no he logrado mucho, pero quiero ayudar a que los niños sueñen en grande y que así la sociedad mejore, y haya un cambio para generaciones futuras.

-La NASA planea volver a enviar astronautas la Luna. ¿Le gustaría participar en esa misión? ¿Cuál es su próximo sueño?

-Es una pregunta que siempre me hice y me hago yo misma. Empecé a trabajar en diversos proyectos, también como investigadora y profesora en la Capitol Technology University, en Maryland, Estados Unidos. Mi contribución con nuevos programas en la industria aeroespacial continuará. Tengo planeado moverme hacia otros proyectos y, entre ellos, me llama la atención el viaje a Marte. También, el de enviar a la primera mujer a la Luna.  Pero de acuerdo con mi carrera y mi experiencia, me siento comprometida con la educación y el empoderamiento de niñas y profesionales en carreras científicas. En este momento, no me atrae la rigurosa preparación para ser astronauta. Les tengo una gran admiración y respeto, testeo planes de calidad y también estuve participando activamente en muchos de ellos. Sin embargo, estoy más abocada a manejar sistemas y enviar aeronaves no tripuladas al espacio, que es donde se necesita un personal altamente capacitado. Es lo que quiero seguir haciendo en mi caso. Sin embargo, hay muchas áreas en las que se puede contribuir. Hay oportunidades para astrónomos, para ingenieros, para investigadores…

Personalmente, en este instante me motiva recorrer el mundo, la publicación de mi primer libro autobiográfico, mi primer documental y seguir llevando este mensaje de motivación, mostrar que dando pequeños pasos podemos llegar a nuestros objetivos.

Fuente: El Destape