Fecha: 2022-07-16 02:00:11


Derechos que no se garantizan al cruzar la fontera


Los casos exponen el maltrato que padecen los argentinos.

El argentino que cruza cualquiera de los puentes internacionales que separan Argentina de Bolivia literalmente renuncia a sus derechos. Si a una vendedora se le ocurre acusarlo de haberle robado algo que tiene para la venta o haberle abonado mal por algo que compró, al cabo de unos cuantos minutos ese argentino estará rodeado por otros vendedores, que comenzarán a agredirlo física y verbalmente. También llegarán policías bolivianos que lo trasladarán hacia alguna dependencia, sin darle la opción ni siquiera a hablar. No se trata de la palabra del boliviano contra la palabra del argentino; en el vecino país solo se toma como válido lo que dice o acusa el ciudadano local.

Comenzarán así para el argentino acusado los momentos más horrendos que pueda imaginar. El apremio ilegal es algo habitual entre los uniformados bolivianos. Es común que hagan confesar a los detenidos lo que ellos quieren. A partir de ahí, para comer o higienizarse sus familiares deberán llevarle la totalidad de los alimentos y los elementos de higiene. Si está enfermo, muchas veces como consecuencia de los tormentos, deberá abonar la consulta médica, la internación y los medicamentos en cualquier hospital público. Lograr la libertad le costará miles de pesos que los familiares estarán dispuestos a pagar para terminar con la peor experiencia; pero le llevará meses, porque a más tiempo más dinero deberán abonar en engorrosos trámites que dicen realizar.

Aprietes

Para la Justicia o "los investigadores" bolivianos lo más sencillo es fraguar una prueba, como le pasó a la familia del profesor Benitez, a quienes para entregarle el cuerpo los hicieron firmar una declaración de que el único culpable del accidente -Benitez- circulaba en una moto y fue colisionado de atrás por con un camión de gran porte pero de patente boliviana. Algo que no podría sostener ni el más precario de los peritajes.

Los familiares de Silvestre Castro, otro joven que murió sin explicaciones claras en el vecino país, sospechan que al argentino le tocó pasar por todo esto hasta que falleció. El muchacho era de una familia de muy escasos recursos económicos y su situación de exconvicto lo sitúa como culpable por más que no lo sea.

Más allá de las disculpas del expresidente Evo Morales Ayma (aunque después minimizó el hecho) por lo que la inhumana muerte profesor de Mosconi, lo que sucede en el vecino país con los argentinos siempre fue igual. Aún en la Bolivia de Morales, que gobernó por más de una década, período en el que las cosas nunca fueron mejores. Lo sabe hasta un legislador nacional salteño al que los bolivianos le hicieron pasar momentos que no olvidará cuando su esposa se enfermó y debió pagar lo que al personal de salud se le ocurría pedirle.

Pero los ciudadanos argentinos en el mes de agosto llegarán por decenas precisamente a Cochabamba, en el departamento donde el profesor Benitez murió por falta de atención médica, por la festividad en honor a la Virgen de Urkupiña. Todos ellos deberían guardar un poco más de cuidado toda vez que pisan suelo boliviano y siempre recordar que al cruzar cualquiera de los puentes internacionales que a esa nación la separan de Argentina, casi están renunciando a todos sus derechos.

(El Tribuno - corresponsalía Tartagal)

Fuente: Diario El Tribuno